Foto: R.D.L. |
Como la jara...
he puesto a funcionar el corazón de nuevo,
disperso tanto tiempo.
Como la jara...
dejaré que la savia me fecunde,
que se ablanden agujas que punzaban
el fondo del cerebro
como agudas carcomas que vivieran
destruyendo mis sienes con veneno
de feroces recuerdos.
Como la jara...
que se extiende a lo largo del camino
te voy a regalar en cada verso
el aroma sencillo de la tierra...
Y, al igual que la jara,
te ofreceré una flor hermosa, blanca, frágil,
humilde en apariencia,
pero con un rojo pasión por dentro
que me estalla en las venas cuando hierven
mi sangre y mis entrañas
repletas de calor y sentimiento.
Como la jara...
voy a poblar los montes que han quedado
vacíos por su olvido y su silencio;
para que, junto al color negro que me habita,
se tiña mi desierto
con feraz andadura blanca y verde,
lo mismo que la jara...
No cabe el desaliento,
tengo raíz de tierra, el alma agreste,
impregnado en la piel llevo el aroma
del aire natural
que acaricia los ojos, los sentidos,
y expande generoso el respirar
si vislumbra el camino
hacia la libertad.
Como la jara...
F.D.F. (De Como la jara)